miércoles, 13 de abril de 2016

La Casa de Altamira en Morata (VI y último)


José María Osorio de Moscoso y Carvajal, (XV conde de Altamira)

En 1889 se subastó el palacio, la última y la propiedad más emblemática de la casa en Morata

A la muerte de Vicente Pío Osorio de Moscoso, en 1864, le sucedió en la titularidad del condado de Altamira su hijo primogénito José María Osorio de Moscoso. Por las disposiciones de su padre, la repartición de los bienes patrimoniales pertenecientes a la Casa de Altamira se hizo por medio de una testamentaría por la que se adjudicaron los bienes a sus cuatro hijos, José María, María Cristina, María Eulalia y María Rosalía Osorio de Moscoso y Carvajal.
En esta testamentaria se incluían los bienes que la Casa de Altamira aún conservaba en Morata, ya muy reducidos.  De hecho, las propiedades rústicas en la vega, el molino y el batán, la posada, y un molino aceitero ya habían sido vendidas o subastadas desde la década de 1820. Vicente Isabel Osorio de Moscoso (XIII conde de Altamira) y su hijo Vicente Pío ocupaban el señorío de Morata cuando su produjeron estas enajenaciones, tal como hemos visto en las entregas anteriores.
A partir de 1864, ya con José María Osorio de Moscoso como titular del condado, continuaron estas ventas, forzadas por las deudas familiares, tanto en Morata como en el resto de las ciudades y villas en las que la Casa de Altamira aún conservaba parte de su patrimonio.
El 22 de diciembre de 1864, pocos meses después de la muerte de Vicente Pío Osorio de Moscoso, el Diario Oficial de Avisos de Madrid, publicaba un anuncio sobre la subasta de álamos pertenecientes al conde de Altamira en las fincas que aún conservaba en Morata. La explotación de las alamedas era habitual en pueblos como Morata donde los álamos se aprovechaban para fabricar herramientas agrícolas  y para la construcción:
Administración general de la casa y estados de Altamira, Astorga, Montemar,  Sessa y Maqueda. El día 27 del corriente, a las doce de la mañana, se subastarán en Morata de Tajuña 715 álamos, previamente señalados en las alamedas de esta casa.
El administrador subalterno, D. José Valero, residente en dicho punto, enterará del pliego de condiciones y demás referentes al caso.
Unos años después, se sacaban a subasta varias fincas, la mayoría de secano, situadas en el término de Morata pero también en Perales de Tajuña. Según el Diario Oficial de Avisos de Madrid, de 18 de octubre de 1866, el lote incluía 34 fincas, entre olivares y tierras de secano, y 14 alamedas, cuyo precio de salida ascendía a 127.043 reales. En Perales las fincas subastadas eran 25, entre secano y regadío, con un precio de salida de 108.254 reales. El recurso de sacar a subasta los bienes patrimoniales de la Casa de Altamira en Morata ya había sido forzado, durante todo el siglo XIX, por los acreedores de la familia y sería una constante también hasta el año 1889 cuando, finalmente, se subastó la casa-palacio.
Previamente a esta fecha, se sucedieron distintos anuncios de subastas para capitalizar lo que quedaba del patrimonio de la Casa de Altamira en Morata. En 1867, el 24 de septiembre, el Diario Oficial de Avisos de Madrid, publicaba, por primera vez, el anuncio de subasta del palacio:
En virtud de providencia del señor D. Francisco Sapiña y Rico, (…) se saca a pública subasta una casa palacio perteneciente a la testamentaria del Excmo. Sr. conde de Altamira, sita en la plaza de la Iglesia, o plazuela de Palacio, de la villa de Morata de Tajuña, en esta provincia, señalada con el número 3, retasada por el arquitecto de la Real Academia de Nobles Artes, D. Joaquín Kramer, en la cantidad de 12.397 escudos y 456 milésimas. Para su remate se ha señalado el día 15 de octubre próximo venidero a las doce de la mañana (…).
Ante la ausencia de compradores del palacio, los acreedores forzaron una nueva subasta que se anunció, de nuevo, en el Diario Oficial de Avisos de Madrid, el 7 de junio de 1871:
En virtud de providencia del señor Don Francisco García Franco, juez de primera instancia del distrito de Universidad de esta corte, refrendada por mí el escribano, se sacan a la venta en pública subasta una casa-palacio y otros bienes rústicos y urbanos, sitos en término de Morata y Perales de Tajuña. Para su remate, que será doble y simultáneo, y tendrá lugar en la sala de audiencia de dicho juzgado, y en la de igual clase de Chinchón, se ha señalado el día 30 de junio del corriente.
Unos meses después, ante la repetida ausencia de compradores, se vuelve a convocar una nueva subasta que quedaría también desierta:
En virtud de providencia del señor juez de primera instancia del distrito de Universidad de esta corte, (…) se sacan a la venta en pública subasta un bosque, varias alamedas, una casa palacio y otros bienes rústicos y urbanos, sitos en términos de Morata y Perales de Tajuña, por el precio en que han sido retasados. Para su remate (…)  se ha señalado el día 28 de noviembre próximo venidero [de 1871]. (…) Los autos ejecutivos en cuya virtud se procede a la enajenación estarán de manifiesto en la escribanía del actuario que suscribe (…).
Diario Oficial de Avisos de Madrid, 20 de octubre de 1871
 Anuncio de una de las subastas judiciales del palacio de Altamira en Morata
En 1872 vuelven a salir a subasta la casa-palacio de los condes de Altamira y otras propiedades como Las cocheras o El picadero. El anuncio de la subasta, aparecido en el Diario Oficial de Avisos de Madrid, el 20 de junio, resulta muy descriptivo de las características de las fincas subastadas e incluye también las cantidades, rebajadas tras la ausencia de compradores en las primeras subastas, en que habían sido tasadas:
En cumplimiento de lo mandado en la instrucción y reales disposiciones vigentes, se sacan a subasta pública para venta las fincas urbanas que a continuación se expresan para pago a la Hacienda pública de las cantidades que se la adeudan por réditos de censos y plazos vencidos de otros que fueron redimidos, (…) cuyo remate ha de celebrarse el 10 de junio próximo a la hora de las doce de la mañana.
Una casa palacio, sita en la plaza de Palacio de dicha villa de Morata, señalada con núm. 2, compuesta de planta baja y piso principal. Tiene un jardín que está dedicado al cultivo de hortalizas, ensaladas [sic] y legumbres, en el que hay un depósito de abundante agua para su riego, en el patio una fuente de agua potable, y en el corral otra fuente que se encuentra inutilizada. Tiene también una cueva o bodega. La extensión superficial de esta finca es de 97.469 pies cuadrados de terreno. Ha sido tasada recientemente en 79.187 pesetas y capitalizada en 51.000 reales de vellón, la cual se saca subasta con la rebaja de una tercera parte.
Otra casa conocida con el nombre de Las Cocheras, situada en la plazuela de Don Santiago, de la mencionada villa, la cual se compone de planta baja y cámaras altas, con varias habitaciones, cuadras y dos pajares. Su extensión superficial es de 6.054 pies cuadrados de terreno. Se halla tasada en 14.714 pesetas, y capitalizada en 20.400 reales, la que se saca a subasta con una rebaja de una tercera parte.
Otra casa denominada Picadero, sita en la propia villa, calle del mismo nombre, número 2, duplicado, compuesta de planta baja y alta con varias habitaciones, cuadra en la primera y pajares en la segunda. Su extensión superficial es de 20.489 pies cuadrados de terreno, está tasada en 10.899 pesetas, y capitalizadas en 10.200 reales, la que se saca a subasta con la rebaja de una tercera parte (…).
La rebaja de la tercera parte de la tasación significaba que, en esta subasta, el precio de salida de los bienes sería de 34.000 reales la casa-palacio, 13.600 reales Las Cocheras y 6.800 reales la Casa picadero. Sin embargo, y pese a esta rebaja, la subasta quedó una vez más desierta y el palacio permaneció en propiedad de los herederos del condado de Altamira aunque, por los testimonios de la época, su deterioro debió ser importante. Juan de Diego Arribas, autor de Morata de Tajuña. Crónica de la provincia de Madrid, editada en 1891, se refería al palacio en estos términos:
(…) El palacio de los condes de Altamira que si hoy no es más que una sombra y un recuerdo de su antigua y pasada grandeza, da testimonio de haber sido una joya artística, no tan solo por su construcción y estilo arquitectónico, sino por sus notables pinturas tan bien conservadas a pesar de los años transcurridos y de lo poco cuidado que ha estado últimamente (…). ¡Lástima que esta joya artística haya venido al lamentable estado en que hoy se encuentra! (…).
Cuando Juan de Diego Arribas escribía este texto, el palacio ya no pertenecía a la Casa de Altamira. Finalmente, en 1889 en una subasta, en la que de nuevo hubo de rebajarse el precio de salida ante la falta de compradores, el palacio, y el resto de propiedades de la Casa de Altamira en Morata, cambiaron de propietario.  En el Diario Oficial de Avisos de Madrid del 9 de junio de 1889 se publicaron las condiciones en que se subastaban estas propiedades:
Edicto
En virtud de de providencia del Sr. Juez de primera instancia del distrito norte de esta Corte, dictada en autos ejecutivos que se siguen en el mismo juzgado a instancia del Excmo. Sr. D. Francisco Caballero y Rozas, marqués de Torneros, y otros contra el Excmo. Señor conde de Altamira, sobre abono de pesetas procedentes de pensiones atrasadas de censos, se sacan a la venta en pública y doble subasta que simultáneamente tendrá lugar en este juzgado y en el de igual clase de Chinchón, las fincas siguientes:
Primer lote.- Una casa-palacio situada en la villa de Morata de Tajuña, plazuela de Palacio, núm. 2, con vuelta a la calle de la Cruz de Orozco y calle del Picadero tasada en 50.167 pesetas
Segundo lote.- Otra casa situada en Las Cocheras en dicha villa, plazuela de Santiago, núm. 2, con vuelta a la calle del Picadero, tasada en 9.405 pesetas.
Tercer lote. –Otra casa titulada El Picadero, en dicha villa, calle del Picadero núm. 2 duplicado, tasada en 6.627 pesetas.
Cuarto lote.- Este cuarto lote se compone de las cinco fincas rústicas siguientes, todas ellas en término jurisdiccional de la misma illa de Morata de Tajuña:
Un cerro titulado El Bosque tasado en 20.800 pesetas
Una alameda titulada de Moraleda, tasada en 310 pesetas.
Una tierra titulada Las Cepas, de una área y cuarenta y tres centiáreas, tasada en 30 pesetas.
Otra tierra titulada también Las Cepas de tres áreas, setenta centiáreas, tasada en 60 pesetas.
Y otra alameda titulada La Lámpara, tasada en 140 pesetas.
Las tierras suman un total de 21.340 pesetas.
Total en junto de los cuatro lotes, 87.539 pesetas.
Para la celebración de la subasta se fijó el día 15 del mes de julio de 1889 y en el anuncio se señala que las posturas deberán, al menos, cubrir las dos terceras partes de la tasación.
Ante la ausencia de compradores en la primera subasta, el Diario Oficial de Avisos de Madrid, del día 24 de octubre de 1889, publicó un nuevo edicto con las condiciones de una segunda subasta a celebrar  el 30 de noviembre de 1889.
En esta segunda subasta, la casa palacio se tasó en 37.625, 25 pesetas, las Cocheras se tasaron en 7.053,75 pesetas y la Casa del Picadero en 4.970, 25 pesetas. En cuanto a las fincas rústicas, El Bosque se tasó en 20.800 pesetas, el mismo precio que la anterior subasta, al igual que las restantes fincas que en total salieron a subasta  por la misma cantidad de 21.340 pesetas, y deducido el 25 por ciento, 16.005 pesetas, para un total de 65.651, 25 pesetas para la subasta a celebrar el treinta de noviembre de 1889.
En esta ocasión, los bienes subastados sí que encontraron compradores. Como ya sucediera en 1820, con la venta de las fincas de regadío, el molino y la huerta -adquiridos por uno de los acreedores del conde de Altamira, Ramón de Angulo-, ahora también fue uno de los acreedores principales de la Casa de Altamira, Antonio Caballero y Rozas, marqués de Torneros,  quien se haría con la propiedad de la casa-palacio. El resto de propiedades sacadas a subasta se las adjudicaron distintos compradores y, en el caso concreto de El Bosque, fue el ayuntamiento de Morata el que se hizo con la propiedad de esta finca que pasó así a pertenecer al patrimonio municipal.
Punto y final de la Casa de Altamira en Morata
Esta última subasta significó la definitiva desaparición de la presencia en Morata de la Casa de Altamira, a su vez, sucesora de la Casa de Leganés. Desde el ya lejano 1.632, cuando Diego Felípez de Guzmán compró el señorío de Morata, los titulares del señorío acumularon propiedades rusticas y urbanas, derechos económicos y honoríficos en el concejo y, como símbolo de su poder, levantaron un palacio en el que reunieron la impresionante colección de pinturas atesorada por el primer marqués de Leganés. La venta del palacio, y su posterior parcelación, fue sin duda el símbolo que puso el punto y final a tantos años de historia. Lamentablemente, el deterioro patrimonial y económico de la Casa de Altamira significó, también, la pérdida de un inmenso legado documental y cultural que se manifestó, en la práctica, con la dispersión de las colecciones de pintura, escultura y otros bienes muebles que albergaba el palacio de Morata y que fueron subastados y vendidos tal como hemos visto en otras entregas del blog. De este patrimonio nada ha quedado en Morata. Sirva como muestra de la desintegración de este patrimonio el anuncio publicado en La Correspondencia de España el 25 de octubre de 1882:
En breves días se abrirá en el palacio del conde de Altamira (duque de Sessa), Flor Alta, 10, una exposición y venta extraordinaria, como nunca se ha visto en tan gran escala en Madrid ni en ninguna otra parte, compuesta de una inmensa cantidad de muebles de lujo, antiguos, modernos, estatuas, bases, guarniciones de relojes, en bronces, porcelanas de Sevres y de Sajonia, etc., pinturas de renombrados maestros, arañas y otros miles de objetos de alto mérito y arte sublime (…).
Anuncio de la almoneda a celebrar en el palacio de Altamira en 1882

De la extensa documentación relacionada con la Casa de Altamira y el resto de títulos pertenecientes a sus titulares tampoco ha quedado mucho. Los últimos responsables de la Casa de Altamira vendieron, prácticamente al peso, los restos del archivo. Así lo denunciaba en esos años el crítico literario e historiador González de Amezúa:
Es un hecho indudable que, a partir de 1869, esparciose la nueva entre los libreros de ocasión y aficionados a antiguallas de toda clase de que del palacio de Altamira salían los legajos a montones, vendiéndose sin tino ni estimación, para los usos más viles y despreciables como tiendas y especerías.
Es de suponer que entre esos legajos algunos, sin duda, recogerían  documentación de los 257 años que transcurrieron entre 1632, fecha del inicio del señorío, y 1889, año de la venta de la casa-palacio y de la presencia de la Casa de Altamira en Morata.


Bibliografía .Morata de Tajuña. Crónica de la provincia de Madrid-Arribas, Juan Diego-Imprenta de la Diputación Provincial-Madrid, 1891



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