miércoles, 30 de agosto de 2017

Morata en la prehistoria, primeros pobladores en el Valle del Bajo Tajuña (IV)


Las cuevas de El Fraile

En el término municipal de Morata existe un enclave arqueológico muy emblemático, las Cuevas de El Fraile. Curiosamente, en el estudio arqueológico del Valle del Tajuña -que constituye la principal fuente de documentación de las entradas del blog para analizar el periodo prehistórico de Morata- sólo aparece una mención a este paraje pero no, como sería de esperar, en relación a las cuevas excavadas en el frente yesífero del cerro, sino como un sitio moderno-contemporáneo en el que se recuperaron varios fragmentos cerámicos a torno (1 asa, 1 galbo con decoración “a peine”, más 3 bordes y 5 galbos vidriados).
La importancia arqueológica de las cuevas de El Fraile de Morata sí que se destaca en otros trabajos de investigación relativos a la prehistoria de la zona central de la península ibérica, más concretamente en varias investigaciones relativas al valle medio del Tajo durante la II Edad del Hierro (400 a 150 a.C.). A este periodo prehistórico se asignan un tipo de cuevas artificiales muy presentes en la comarca del Bajo Tajuña o municipios cercanos: el Risco de las Cuevas de Perales de Tajuña es el conjunto más importante y más estudiado de todos ellos, pero existen otros enclaves de cuevas artificiales en Tielmes (Ermita de los Mártires), Colmenar de Oreja (Cuevas de los Castrejones), Carabaña (Cuevas de Cabeza Gorda) y, por supuesto, las Cuevas de El Fraile de Morata.
Dionisio Urbina, en un trabajo publicado en 1998 (Cuevas artificiales del Hierro II en la cuenca media del Tajo. Estudios de prehistoria y arqueología madrileñas) analiza varios de estos yacimientos arqueológicos en los que aparecen cuevas horadadas en lo que denomina frentes de escarpe.
Al analizar las cuevas de Morata, que identifica como Cerro de las Cuevas de Morata de Tajuña, Urbina señala que este talud está muy erosionado, pero aún se distinguen 7 cuevas, una de ellas con la entrada paralela al frente de escarpe y camuflada por este, mientras que se asoma una pequeña ventana sobre el talud.
Urbina indica en su trabajo que las cuevas se utilizaron en la península desde el Neolítico como hábitat o, incluso, como puntos de enterramientos. En el caso concreto de las cuevas analizadas en su trabajo sobre la cuenca media del Tajo, Urbina apunta a una ocupación de estas construcciones que pudo ser prolongada o alterna, desde finales del siglo IV o comienzos del siglo III a.C. a finales del III o comienzos del IV d.C. Es decir, la ocupación de estas cuevas se inicia en la Edad del Hierro y se prolonga hasta la época romana e incluso la Edad Media, sin que falten algunos autores que, como veremos, también apunten a la utilización de estas construcciones en el periodo de ocupación musulmana de la península.
Otro investigador que se ha interesado por estas cuevas construidas en frentes de escarpe es Jorge de Torres Rodríguez. En su tesis doctoral presentada en la Facultad de Geografía e Historia, Departamento de Prehistoria, de la Universidad Complutense de Madrid (La tierra sin límites, sociedad e identidades en el valle medio del Tajo-S. IX-I a. C., Madrid, 2012) asocia también cronológicamente estas cuevas artificiales a la Edad del Hierro II y las relaciona con la existencia en sus proximidades de poblados amurallados, como sucede en el caso de Morata con la presencia del poblado amurallado de El Castillejo o Dehesa Carnicera, situado en una ladera en la orilla derecha del río Tajuña, o el de El Balcón de Pilatos, en la margen izquierda del río, a los que nos referimos en la anterior entrega del blog.
Jorge de Torres señala que la asociación entre asentamientos fortificados y cuevas se repite también de manera habitual en asentamientos de la Segunda Edad del Hierro de la Comunidad de Madrid, de manera que podría hablarse de un tipo de construcciones integrado en el sistema de poblados amurallados que se desarrolla a partir del siglo IV a.C. en la región.
El investigador cita también el Risco de las Cuevas de Perales de Tajuña y las cuevas conocidas como Los Mártires, en Tielmes. Para los tres grupos señala que las cuevas del valle del Tajuña son incluidas dentro del conjunto de cuevas utilizadas durante la II Edad del Hierro, sin descartar su uso en etapas posteriores, y se les asigna el mismo carácter de lugares de refugio en periodos de inseguridad.
En las conclusiones de su tesis doctoral Jorge de Torres apunta, por último, que la interpretación de las cuevas artificiales del valle medio del Tajo como graneros o refugios tendría un carácter comunal, al igual que los propios yacimientos amurallados que inicialmente serían áreas destinadas a la protección de recursos para acabar deviniendo en poblados habitados permanentemente.
Imagen aérea del paraje de las cuevas "El Fraile"

Medidas topográficas de las Cuevas del Fraile
Las cuevas del Fraile de Morata también merecieron la atención de otro investigador del periodo prehistórico, Agustí Ribera y Gómez, autor de una tesis doctoral sobre cuevas artificiales en la región de Valencia. Ribera y Gómez cita a Dionisio Urbina y sus trabajos sobre las cuevas artificiales en el valle medio del Tajo pero lo más interesante de sus referencias a las cuevas de El Fraile de Morata es que detalla las medidas de cada una de las siete cuevas que se conservan.
Agustí Ribera, en el año 2005, realizó una exploración de las cuevas situadas en un risco de yeso cristalizado, actualmente muy deshecho e inestable con grandes desprendimientos. Según este trabajo se pueden contar al menos siete cavidades artificiales, de las cuales hay un subgrupo de 3 intercomunicadas situadas hacia el norte en las que se encuentran algunos detalles más interesantes. Este subgrupo se ha hundido en la parte sur y donde debería estar la boca principal ahora miran al poniente.
Las dimensiones de las cuevas, o habitaciones según el término utilizado por Agustí Ribera serían las siguientes:
  • La cueva 1 tiene unas medidas de 3 por 1,80 metros y una altura de 1,80 metros. Cuenta con dos nichos alargados en las paredes, uno al sur, de 70 centímetros de largo por 30 de altura y otros 30 de profundidad y otro al norte de dimensiones un poco mayores.
  • La cueva 2 se encuentra a una altura de un metro más elevada que la anterior y se accede por una puerta de 60 centímetros de ancho por unos 90 de alto, con un dintel arqueado. Tiene una planta irregular, con medidas máximas de 4 por 2 o 3 metros y una altura de 1,80 metros. Tiene un rebaje casi rectangular, de 50 por 1,20 metros de poca profundidad. El costado sur se encuentra caído.
  • La cueva 3 es más pequeña que las anteriores(1,20 por 1,80 metros, por 1,60 de alta) y también ha desaparecido en el frente oeste.
  • La cueva 4 se sitúa unos 5 metros al sur, antes de llegar al otro subgrupo. Esta colgada a unos 6 metros y tiene unas dimensiones aproximadas de 3,50 por 2,40 metros por 1,30 de alto.
  • La cueva 5 tiene unas dimensiones de 4 por 3,5 metros de planta y 1,5 de alta. Tiene un hueco rectangular en la parte norte de 1,40 de ancho con una altura de 1 metro y una profundidad de 40 centímetros. Según Ribera, esta habitación y la siguiente están totalmente abiertas al poniente, o sea que el sector de la boca caería algún desprendimiento.
  • A la cueva 6 se accede, según el investigador, por un paso abierto en la pared sur, de unos 80 por 60 centímetros. Esta cueva tendría unas dimensiones de 3,40 metros de ancho por 2,40 de largo y 1,20 de alto.
  • Al sur de la cueva 6 y un poco por debajo, se encontraría la cueva o habitación 7 que según Agustí Ribera se corresponde con una cavidad un poco más grande y más alta pero muy erosionada.
Este investigador, como Urbina, relaciona las cuevas de El Fraile de Morata con la Edad del Hierro II aunque tampoco descarta un posible origen o uso de estas cuevas en la época medieval andalucí.


Fuentes y bibliografía:
  • Benito López, José Enrique. Estudio Territorial en el Valle del Tajuña (Madrid), una aproximación arqueológica. - Departamento de Prehistoria de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 2015.
  • Almagro Gorbea, M. y Benito, J. E. La prospección arqueológica del valle del Tajuña. Una experiencia teórico-práctica de estudio territorial en la Meseta. Complutum, 4. Madrid, 1993.
  • Rosa, R. de la y Almagro, M. Prospección arqueológica del Valle del Tajuña: Morata de Tajuña. Estudios de prehistoria y arqueología madrileñas. Madrid, 1991.
  • Catalogo de la exposición “El cerro de La Gavia: el Madrid que encontraron los Romanos”. Museo de San Isidro. 14 de junio-25 de septiembre de 2005. El Cerro de la Gavia y los recintos amurallados del Hierro II en el centro de la Península. Dionisio Urbina Martínez y Jorge Morín de Pablos.
  • Urbina, Dionisio. Cuevas artificiales del Hierro II en la cuenca media del Tajo. Estudios de prehistoria y arqueología madrileñas.
  • Urbina, Dionisio. Espacio y cultura material del Hierro II en la Mesa de Ocaña. Tesis doctoral. Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 1997.
  • Torres Rodríguez, Jorge de. La tierra sin límites: territorio, sociedad e identidades en el valle medio del Tajo (S. IX-I a. C.). Tesis doctoral. Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 2012.
  • Covetes dels Moros coves finestra en el Xarq Al-Andalus Arqueologia de les coves penjades artificials valencianes-Agustí Ribera i Gómez. Tesis Doctoral-Departament de Prehistoria, Arqueologia, Història Antiga, Filologia Griega i Filologia Latina-Facultad de Filosofía y Letras. Alicante, 2016.

miércoles, 23 de agosto de 2017

Morata en la prehistoria, primeros pobladores en el Valle del Bajo Tajuña (III)


Edad del-Hierro II: 400-150 a. C.

En este periodo los investigadores documentaron la existencia y la aparición en el Valle del Tajuña de poblados fortificados, tipo castro. Estos poblados, se localizaban en zonas en altura que permitían un control visual del valle y de las vías de acceso al mismo. La existencia de estos poblados denota, aparte de la consolidación de núcleos de población cada vez más estables, una época de inseguridad que los habitantes del valle afrontan con la construcción de sistemas defensivos amurallados.
López y Almagro, los investigadores que participaron en las prospecciones del valle, destacan que este tipo de asentamientos humanos y su disposición ya prefigura, salvo por la disposición de estos poblados en altura, la organización territorial actual, pues casi cada castro corresponde, aproximadamente, al territorio de los pueblos actuales, pues el emplazamiento de unos y otros está determinado por la forma longitudinal del valle y sus puntos de mayor anchura para mejor aprovechar los recursos ambientales. Se trataría por tanto, del origen de las actuales poblaciones, situadas también, como la mayoría de los poblados localizados correspondientes a esta época del Hierro II, en la margen derecha del río Tajuña y a media ladera, para evira las zonas de inundación de la vega.
Según Benito López en La Edad del Hierro II el Valle del Tajuña madrileño continúo con su dinámica interna casi sin alterarse, ocupada por una densidad de poblamiento no muy alta que vivía de explotar la zona de vega, tanto para pastos como para pequeños cultivos, ocupando en algunas ocasiones los mismos sitios que ya se habitaron en el Calcolítico y el Bronce, aunque en algunos casos se pasó a vivir en terrazas más bajas que las ocupadas en esos periodos.
Para el periodo de la Edad del Hierro II, los trabajos de prospección permitieron la localización de 24 sitios arqueológicos en todo el Valle del Tajuña madrileño, además de 8 hallazgos aislados. En el término municipal de Morata se documentaron varios asentamientos y hallazgos relacionados con este periodo. En la Fuente del Piojo se encontraron restos aislados de cerámicas a mano y a torno. Cerámica del mismo tipo, a mano y a torno asignadas a la Edad de Hierro II, también se localiza en el Camino de las Jarras.
En el paraje denominado Los Pilones, situado en el páramo, también se recuperaron materiales líticos (lascas de sílex) y varios fragmentos cerámicos elaborados a mano, vidriados y a torno
De mayor importancia por los hallazgos arqueológicos que se localizaron en este sitio es el yacimiento del Camino de los Arrieros, asignado cronológicamente a la Edad del Hierro II. Este yacimiento, de una extensión aproximada de 0,62 hectáreas, está ubicado en una terraza en la margen derecha del Tajuña, a 1 km del río y a 700 metros de una fuente. En los trabajos de prospección se recuperaron restos líticos (lascas, raederas, escotaduras, molederas de cuarcita y de granito, y tres posibles crisoles de fundición), varios fragmentos de cerámica lisa y a torno pintados y, por último, 11 fragmentos de hierro.
Relacionado con este asentamiento del Camino de los Arrieros los investigadores encontraron un segundo yacimiento en este entorno correspondiente también a la II Edad del Hierro aunque también pudo estar ya poblado en el Calcolítico y I Edad del Hierro. También esta situado en una terraza baja en la margen derecha del Tajuña a 1 km del rio y 500 metros de una fuente. Su extensión aproximada alcanza las 3 Ha.
En las prospecciones de este yacimiento se recuperaron restos líticos (lascas, escotaduras, denticulados, raederas y un fragmento de hacha pulimentada) y también varios fragmentos de restos cerámicos elaborados a mano y a torno, con distintos tipos de decoración.
Yacimientos amurallados en Morata
Balcón de Pilatos
Este yacimiento se encuentra en la margen izquierda del río Tajuña, a una distancia de 550 metros del cauce. Se trata de los restos de un poblado con ocupación desde el periodo Calcolítico hasta la II Edad del Hierro y, posteriormente, en el periodo romano y medieval. (Su localización en la margen izquierda supone una excepción, pues la mayoría de los asentamientos se situaban en la margen derecha del Tajuña, protegidos de los vientos del norte).
Su extensión aproximada es de 6,12 Ha. y en sus bordes externos se localizaron los restos de un muro o muralla de unos 10 metros de largo y un metro de anchura. Entre los materiales recuperados en las prospecciones destacan restos líticos (nódulos, lascas, perforadores, raederas, una punta de flecha con aletas y un pedúnculo de sílex) y abundantes fragmentos cerámicos realizados a mano y a torno con decoración lisa, impresa y estampillada.
El Castillejo (O Dehesa Carnicera)
Este yacimiento corresponde a un poblado asignado cronológicamente a la II Edad del Hierro, aunque en las prospecciones también se recuperaron materiales de la época medieval.
Restos de cerámica a torno recuperados en el yacimiento de El Castillejo (Fuente: Estudio territorial en el Valle del Tajuña, una aproximación arqueológica. José Enrique Benito López-Departamento de Prehistoria de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 2016)

 El yacimiento se localizó en la margen derecha del río Tajuña, situado a 1,1 km., en un espolón en altura desde el que se domina toda la vega del Tajuña. Se trata de un yacimiento de forma triangular, que ocupa una extensión de 0,7 Ha. En el mismo se apreciaron restos de una estructura de mampostería y sillería caliza, junto con lienzos de muralla de 1 metro de anchura. En la zona interior de lo que sería el recinto amurallado también se detectaron restos de muro de aproximadamente 0,50 metros de anchura que podrían corresponder a edificaciones interiores. En el recinto se recuperaron restos de cerámica con varios fragmentos a mano y a torno, tanto lisa como decorada.
En los dos casos (Balcón de Pilatos y El Castillejo, o también Dehesa Carnicera, pues de ambos modos se denomina en las publicaciones este enclave arqueológico) lo determinante de estos yacimientos localizados en Morata es que, según los investigadores y especialistas, se trata de poblamientos más estables y, a la vez, más importantes desde el punto de vista del número de sus habitantes. A diferencia de periodos históricos anteriores, estos poblados amurallados apuntan a organizaciones sociales más complejas y, según los especialistas, además de los casos detectados en la comarca de la Vega del Tajuña, también se han localizado en las vegas del Henares, Jarama y en las mesas de Ocaña y Chinchón.
Según Urbina en la Mesa de Ocaña y el Valle del Tajo estos recintos amurallados se levantaban en función de la existencia cercana de manantiales de agua, un relieve que permitiera la defensa con poco esfuerzo constructivo y la cercanía a asentamientos humanos anteriores.
Estas condiciones se cumplen en el caso de los dos yacimientos de poblados amurallados descubiertos en Morata, Balcón de Pilatos y El Castillejo o Dehesa Carnicera. Tal como se apuntaba al inicio del post, su localización, especialmente en el caso del segundo, significa un primer precedente de lo que sería el núcleo actual de Morata, desplazado eso sí unos cientos de metros a occidente pero con las mismas características: a la derecha de la ribera del Tajuña, próximo a varios manantiales de agua, a media ladera para defenderse de las inundaciones de la vega y protegido de los vientos del norte.
Sobre la aparición de estos poblados amurallados, Jorge de Torres Rodriguez, en su tesis doctoral, La tierra sin límites: territorio, sociedad e identidades en el valle medio del Tajo (S. IX-I a. C) apunta a que en un momento en torno al siglo IV a. C. aparecen signos de inestabilidad que empujan a una situación de inseguridad y conflictos armados, lo que habría obligado a los distintos grupos a defender sus poblados con la creación de sistemas defensivos consistentes en el levantamiento de estso recintos recintos amurallados.
Dionisio Urbina también se refirió a este tipo de poblamiento característico del valle medio del Tajo y sus afluentes en la II Edad del Hierro. Urbina citaba dos tipos de enclave: los situados en el llano y, en segundo lugar, los que se localizaban en relieves en alto y en pendiente, -como los localizados en Morata- preferentemente con forma de península o espolón, y defendidos por una muralla.
Por otra parte, Urbina también relaciona este tipo de poblados fortificados –de los que se han localizado al menos 8 de ellos en los valles del Tajo y el Tajuña- con la existencia en sus proximidades de cuevas excavadas en frentes de escarpe que cumplirían la función de graneros o, incluso, como lugar de refugio ante los ataques de grupos violentos. La presencia de estas cuevas artificiales que cita Urbina, (2002 a) también se cumple en el entorno de los yacimientos amurallados localizados en el término municipal de Morata correspondientes al periodo de la Edad del Hierro II con la existencia de las Cuevas del Fraile, un paraje morateño que analizaremos en la siguiente entrega del blog.


Fuentes y bibliografía:
  • Benito López, José Enrique. Estudio Territorial en el Valle del Tajuña (Madrid), una aproximación arqueológica. - Departamento de Prehistoria de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 2015.
  • Almagro Gorbea, M. y Benito, J. E. La prospección arqueológica del valle del Tajuña. Una experiencia teórico-práctica de estudio territorial en la Meseta. Complutum, 4. Madrid, 1993.
  • Rosa, R. de la y Almagro, M. Prospección arqueológica del Valle del Tajuña: Morata de Tajuña. Estudios de prehistoria y arqueología madrileñas. Madrid, 1991.
  • Catalogo de la exposición “El cerro de La Gavia: el Madrid que encontraron los Romanos”. Museo de San Isidro. 14 de junio-25 de septiembre de 2005. El Cerro de la Gavia y los recintos amurallados del Hierro II en el centro de la Península. Dionisio Urbina Martínez y Jorge Morín de Pablos.
  • Urbina, Dionisio. Cuevas artificiales del Hierro II en la cuenca media del Tajo. Estudios de prehistoria y arqueología madrileñas.
  • Urbina, Dionisio. Espacio y cultura material del Hierro II en la Mesa de Ocaña. Tesis doctoral. Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 1997.
  • Torres Rodríguez, Jorge de. La tierra sin límites: territorio, sociedad e identidades en el valle medio del Tajo (S. IX-I a. C.). Tesis doctoral. Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 2012.

martes, 15 de agosto de 2017

Morata en la prehistoria, primeros pobladores en el Valle del Bajo Tajuña (II)


Calcolítico 2500-2200 a. C.

Los restos arqueológicos correspondientes a este periodo y su localización muestran la tendencia de los pobladores a asentarse en las laderas de los montes y fuera de las llanuras de inundación de la vega. En este momento histórico parece que se intensifica el proceso de colonización agrícola de las tierras del Bajo Tajuña, situación que se hará evidente y profunda a medida que avancen los periodos históricos: la vega y su entorno, en definitiva, se convierte en el espacio que ocuparán los pobladores de estas tierras hasta hoy mismo.
Para este periodo histórico se documentaron durante los trabajos de prospección 58 sitios arqueológicos en los seis municipios que formaron parte del proyecto. La mayoría de estos yacimientos, 46, se sitúan en las terrazas medias de las laderas del valle o en pequeñas mesetas desde las que era posible divisar la vega. Otros yacimientos, aunque en menor número, 6, se localizan en las terrazas próximas a la zonas de inundación y otros 6 en el borde del páramo o balcones.
Esta claro que, a diferencia de los periodos anteriores (Paleolítico, Neolítico), es en el Calcolítico cuando se detecta el aumento de ocupación humana en el Valle del Tajuña, especialmente en el Calcolítico medio, periodo al que se adscriben la mayor parte de los yacimientos localizados en los trabajos de prospección.
En Morata los yacimientos asignados a este periodo se localizaron en distintos parajes del término municipal, entre ellos el del Camino de los Arrieros y el Balcón de Pilatos (estos yacimientos, ocupados desde el Calcolítico también se asignan al periodo del Hierro II y llegan incluso hasta la Edad Media).
En las prospecciones también se localizó un poblado en Valdelahiguera (aunque no se apreciaron restos constructivos) en el que se recuperaron restos cerámicos (consistentes en cerámica mano lisa) y líticos (raspadores, lascas, láminas, buriles, raederas y tallas en sílex).
 
Restos del periodo Calcolítico encontrados en el paraje de Valdelahiguera. (Fuente:
Estudio Territorial en el Valle del Tajuña (Madrid), una aproximación arqueológica. José Enrique Benito López-Departamento de Prehistoria de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 2016)

Campaniforme 2200-1800 a. C.
Los yacimientos correspondientes a este periodo se sitúan generalmente sobre terrazas y laderas de la margen izquierda del río Tajuña, aunque algunos de ellos, 3 en concreto, se sitúan junto a la vega. En estos asentamientos se localizan los llamados fondos de cabaña en los que se han recuperado restos cerámicos, industria lítica, restos de minerales y puntas de flechas metálicas.
La cultura campaniforme se asocia a pequeñas comunidades agrícolas con conocimientos de las técnicas metalúrgicas.
El yacimiento adscrito a este periodo histórico que se localizó en Morata corresponde a un área de aproximadamente 2 hectáreas de extensión en el que se recuperó material lítico de sílex y, sobre todo, restos de cerámica del tipo campaniforme. Estos materiales se supone que pertenecieron a un poblado del que no se han conservado restos constructivos y que estuvo situado en la margen izquierda del río Tajuña a 400 metros del cauce.
Transición Calcolítico/Bronce
Del denominado periodo de transición Calcolítico/Bronce se documentaron 53 yacimientos o poblados, 4 de ellos en el borde del páramo, 1 en la vega y los 48 restantes en las laderas del Tajuña.
Bronce: 1800-650 a. C.
De todos los sitios arqueológicos asignados a la Edad del Bronce en su conjunto en la Vega del Bajo Tajuña ninguno de ellos se localizó en lo que actualmente es el término municipal de Morata, aunque esta ausencia de restos pertenecientes a este periodo puede deberse a cuestiones metodológicas los trabajos de prospección arqueológica que se desarrollaron en su momento. *
Para este periodo, en total se localizaron en los seis municipios que formaron parte del proyecto 157 sitios arqueológicos y 43 hallazgos aislados. La mayoría de estos yacimientos adscritos a la Edad del Bronce se sitúan en los municipios de Tielmes y Carabaña (89 entre ambos municipios). Se trata, en la mayoría de los casos de yacimientos situados en ladera y en mesetas altas defendibles y con vistas a la vega principal.
Según Benito López estos yacimientos se caracterizan por la aparición de nuevos tipos de cerámica y, por supuesto, por la metalurgia del bronce. Restos de estos materiales aparecen en los denominados fondos de cabaña.
Edad del Hierro
A-Hierro I: 650-400 A.C.
Los yacimientos correspondientes a este periodo se localizan sobre terrazas y laderas bajas próximas a la llanura de inundación de la vega. Para este periodo no se han localizado prácticamente yacimientos en los páramos y zonas altas del territorio prospectado. En el caso de Morata, a este periodo se adscriben 11 sitios arqueológicos detectados en los trabajos de prospección, así como un hallazgo aislado.
A diferencia de periodos anteriores en Hierro I (y también en Hierro II), se percibe un descenso en el número de poblados documentados en las prospecciones y a la vez un aumento en el tamaño de estos asentamientos, más numerosos en las zonas de vega más ancha y, por lo tanto, con mayor potencial agrícola. También hay que destacar la presencia de asentamientos justo en el borde de la vega, muy próximos a las zonas inundables.
Este periodo, que cronológicamente transcurre entre los siglos VII y IV a. C., se caracteriza por la aparición de innovaciones tecnológicas como el arado y el carro y también por construcción de casas rectangulares frente a las cabañas circulares asociadas a etapas históricas anteriores. En la cerámica de este periódico los colores más utilizados son el rojo y el amarillo.
Según José Enrique Benito López el número de yacimientos que se documentan en este periodo histórico se caracterizan por un lento y paralelo desarrollo de la población del Valle del Tajuña a partir de estos momentos y hasta la conquista romana.
En el conjunto del Valle del Tajuña se localizaron durante las prospecciones arqueológicas 10 asentamientos, lo que indica un nivel mayor de concentración de la población y que los poblados familiares, característicos de periodos anteriores, son sustituidos por núcleos de población más numerosos y que perduran más en el tiempo.
Perteneciente al periodo del Hierro I en Morata se localizó un asentamiento situado en una terraza próxima a la vega, lo que corrobora la tendencia general que se detecta para este periodo histórico de que los pobladores vivan más cerca del río. Este asentamiento se localiza en el Camino de los Arrieros, en una terraza baja de la margen derecha del río Tajuña (aproximadamente a 1 km. del cauce) y a 500 metros de una fuente de agua. Este sitio arqueológico tiene unas 3 Ha. de superficie y puede estar relacionado con otro asentamiento situado en el mismo entorno y correspondiente al siguiente periodo histórico (Hierro II).
En este yacimiento se recuperaron durante las prospecciones lascas, raederas y otros materiales de sílex, junto a fragmentos de cerámica lisos y decorados y también restos cerámicos elaborados con torno.

* En la tesis de José Enrique Benito López se señala que el término de Morata de Tajuña fue prospectado por otro equipo diferente al del Proyecto Tajuña, no utilizando una metodología tan específica como la nuestra ni recogiendo datos tan precisos como los recogidos por el Proyecto Tajuña.



Fuentes y bibliografía:
  • Estudio Territorial en el Valle del Tajuña (Madrid), una aproximación arqueológica. José Enrique Benito López-Departamento de Prehistoria de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 2016.
  • Almagro Gorbea, M. y Benito, J. E. (1993): La prospección arqueológica del valle del Tajuña. Una experiencia teórico-práctica de estudio territorial en la Meseta. Complutum, 4.
  • Rosa, R. de la y Almagro, M. (1991). Prospección arqueológica del Valle del Tajuña: Morata de Tajuña. Estudios de prehistoria y arqueología madrileñas.

miércoles, 9 de agosto de 2017

Morata en la prehistoria (I)


Morata en la prehistoria, primeros pobladores en el Valle del Bajo Tajuña
¿Cuándo se produjeron los primeros asentamientos humanos en la ribera del Tajuña? ¿Qué zonas eran las elegidas por estos primeros habitantes de la comarca para instalar sus poblados? ¿Qué vestigios nos han quedado de estos periodos de la prehistoria? En las próximas semanas vamos a intentar dar respuesta a estas preguntas y a conocer a estos primeros pobladores de Morata y de la comarca del Bajo Tajuña.


La presencia humana en el entorno de lo que hoy es el territorio que ocupa Morata y el resto de los municipios del Bajo Tajuña se documenta, sistemáticamente, a partir de los trabajos arqueológicos realizados en los últimos años del pasado siglo por el departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid.
Este proyecto, que se desarrolló en los municipios de Ambite, Orusco, Carabaña, Tielmes, Perales de Tajuña y Morata de Tajuña, consistió en una prospección arqueológica intensiva de superficie, con cobertura total del terreno, según se señala en el trabajo Prospección Arqueológica del Valle del Tajuña-Una experiencia Teórico-práctica de estudio territorial en la meseta del que son autores los profesores Martín Almagro Gorbea y José Enrique Benito López.
Estos trabajos arqueológicos contaron con el apoyo de la Consejería de Educación y Cultura de la Comunidad de Madrid y permitieron abordar sistemáticamente el estudio arqueológico de un área geográfica de alrededor de 261 km2 en los seis municipios del Bajo Tajuña que hemos citado. Posteriormente, estos trabajos también fueron la base de una tesis doctoral, Estudio Territorial en el Valle del Tajuña (Madrid), una aproximación arqueológica, de la que es autor José Enrique Benito López, presentada ante el Departamento de Prehistoria de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid. Esta tesis, entre otros contenidos, incluye una relación de todos los yacimientos arqueológicos que se localizaron durante los trabajos de prospección que se realizaron en los seis municipios citados.
En relación con el tema que aquí nos interesa, que no es otro que conocer quiénes fueron los primeros pobladores de Morata y de la comarca del Bajo Tajuña, así como los restos arqueológicos que delatan su presencia en estas tierras, Martín Almagro Gorbea y José Enrique Benito-López, autores del trabajo citado anteriormente, enumeran los yacimientos correspondientes a cada uno de los periodos que se localizaron en cada uno de los municipios que formaron parte de los trabajos de prospección arqueológica.
Para acotar cronológicamente estos sitios o yacimientos arqueológicos del Valle del Tajuña, los autores parten del periodo Paleolítico y continúan con siguientes periodos hasta llegar a la Edad de los Metales (Bronce y Hierro) que son los que vamos a analizar en el blog a partir de hoy y en las próximas semanas.
En los trabajos de prospección que hemos señalado que se realizaron en los últimos años del pasado siglo, se documentaron 528 sitios arqueológicos correspondientes a los periodos históricos comprendidos entre el Paleolítico y la Edad Moderna/Contemporánea: Paleolítico, Calcolítico, Campaniforme, Calcolítico/Bronce, Bronce, Hierro I, Hierro II, Romano, Medieval, Moderno/Contemporáneo e indeterminado (Los periodos Romano, Medieval, Modernos/Contemporáneos e Indeterminados quedan, como ya se ha señalado, fueron del ámbito cronológico de estas entrada del blog).

Paleolítico (2.500.000-10.000 años a.C.)
El Paleolítico es el periodo más antiguo y extenso de la historia de la humanidad. Dividido en tres subperiodos -superior, medio e inferior-, en este momento el hombre todavía es, básicamente, un nómada que obtiene sus recursos de la caza y la recolección de las plantas de la naturaleza.
En las prospecciones arqueológicas que sirvieron de base a los trabajos de investigación de los especialistas de la Universidad Complutense se recogió la existencia de 40 sitios arqueológicos pertenecientes a este periodo (7 de ellos en Morata), a los que habría que sumar 23 hallazgos aislados. El municipio del Bajo Tajuña con más sitios correspondientes a esta etapa de la Prehistoria es Perales de Tajuña (26 sitios y 12 hallazgos aislados).
Los autores de los trabajos de prospección de la zona de estudio señalan que la mayoría de los sitios correspondientes a este periodo corresponden al Paleolítico Inferior y Medio. Además, a diferencia de lo que sucederá en los periodos siguientes, cuando los habitantes de estas tierras se acerquen a la vega para vivir y obtener sus recursos, estos restos arqueológicos abundan especialmente en el páramo, la zona llana más elevada de la comarca. Por otra parte, la localización de los yacimientos en los páramos parece indicar que era en estos lugares más altos donde se localizaba la materia prima y donde se elaboraban las distintas herramientas.
Materiales del Paleolítico recuperados en El Mejial (Fuente: Estudio Territorial en el Valle del Tajuña (Madrid), una aproximación arqueológica. José Enrique Benito López)
El yacimiento más extenso de la comarca correspondiente a este periodo se sitúa en Perales de Tajuña, Peñas Rubias, con una extensión de 8,1 ha.
En Morata las prospecciones permitieron localizar 1 yacimiento y 6 hallazgos aislados. El yacimiento, localizado en El Mejial (en la zona del páramo como la mayoría de ellos), tiene una extensión aproximada de 3,43 Ha. En él se recuperaron materiales elaborados con sílex y cuarcita (lascas, raederas, raspadores,…). Por otra parte, los investigadores también localizaron sitios aislados correspondientes a este periodo del Paleolítico en distintos parajes del término municipal de Morata como La Solana, la Boca de la Zorra, La Cuesta de la Morena y El Alto.
Neolítico 10.000 a. C.-3.000 a. C.
Para el periodo correspondiente al Neolítico no existen prácticamente yacimientos localizados en la comarca. Benito López, al referirse a esta ausencia de restos arqueológicos correspondientes a este periodo indica que amplios periodos de la secuencia, [fundamentalmente el Neolítico] por motivos que se nos escapan, bien geológicos, bien culturales, no han logrado ser detectados, ya que no parece lógico suponer un despoblamiento total de este valle en periodos tan amplios y diversos de tiempo y este mismo hecho cabe extrapolarlo, igualmente, a otros tipos de yacimiento de los periodos conocidos, lo que exige tener en cuenta la necesaria limitación del método y la correspondiente prudencia en la interpretación de toda secuencia basada exclusivamente en trabajos de prospección.
La ausencia de estos yacimientos no significa necesariamente que no hubiera pobladores en el valle en este periodo. Sí que es cierto que el conocido Risco de las Cuevas, en Perales de Tajuña, en algún momento se adscribió a este periodo del Neolítico, aunque, como sucede en otros muchos yacimientos arqueológicos, la ocupación del mismo se extendió a lo largo de varios siglos y de varios periodos prehistóricos. En cualquier caso, el Risco de las Cuevas es el yacimiento arqueológico más estudiado de toda la comarca y, desde luego, el primero de toda la comarca que suscito el interés de los arqueólogos en el siglo XIX. (Actualmente este yacimiento cuenta con un Centro de Interpretación en el vecino pueblo de Perales de Tajuña, inaugurado en el año 2015, y cuya visita es muy aconsejable si queremos conocer el pasado más remoto de la comarca).


Fuentes y bibliografía:
  • Estudio Territorial en el Valle del Tajuña (Madrid), una aproximación arqueológica. José Enrique Benito López-Departamento de Prehistoria de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 2016.
  • Almagro Gorbea, M. y Benito, J. E. (1993): La prospección arqueológica del valle del Tajuña. Una experiencia teórico-práctica de estudio territorial en la Meseta. Complutum, 4.
  • Rosa, R. de la y Almagro, M. (1991): Prospección arqueológica del Valle del Tajuña: Morata de Tajuña. Estudios de prehistoria y arqueología madrileñas.

martes, 1 de agosto de 2017

El Bosque de Morata, de finca de los Altamira a patrimonio vecinal (III)



La venta de El Bosque

El Bosque fue uno de los bienes que más tiempo permaneció en el patrimonio de la Casa de Altamira en Morata. Acuciados por las deudas, los titulares del señorío ya habían vendido algunas de sus posesiones más emblemáticas, como el molino de la Huerta de Angulo, a comienzos del siglo XIX, en torno a 1820, y también muchos de los cuadros que colgaban de las paredes del palacio condal.
En el caso de El Bosque, en el año 1876 se anunciaba su subasta, junto a otras propiedades del conde de Altamira que aún permanecían en el patrimonio familiar. El edicto de la subasta nos permite conocer la extensión y los recursos agrarios de esta propiedad de los Altamira:
D. Luis Rubio y Cadena, juez de primera instancia del distrito de la Universidad de esta Corte.
Hago saber que en virtud de providencia dictada por mí a testimonio del Escribano D. Manuel Viejo, en autos ejecutivos que siguen los Excmos. Señores D. Francisco Caballero y Rozas, marqués viudo del Villar, y su hermano el Excmo. Sr. Andrés Caballero y Rozas, con la testamentaria del Excmo. Sr. Conde de Altamira sobre pago de pesetas, se sacan a la venta en pública subasta varios bienes inmuebles, sitos en término de Morata y Perales de Tajuña, partido judicial de Chinchón, provincia de Madrid, por el precio en que han sido retasados, a saber:
Un bosque en término de Morata, como de 242 fanegas de terreno, del marco de 300 estadales fanega, lindante a Norte, olivar de dicho señor Conde; Levante, camino de la villa de Campo, y Mediodía tierra del mismo Señor Conde, está retasado en la forma siguiente:
Las 242 fanegas de terreno, en pesetas 9.680.
El vuelo de sus leñas, en 968 pesetas.
Cincuenta y seis encinas, en 224 pesetas.
Ochenta y cinco almendros en 127 pesetas 50 céntimos.
Mil doscientas cuarenta y dos olivas en 4.347 pesetas.
La alameda negral dentro del referido bosque en 3.500 pesetas.
Una casa en el bosque, a la parte posterior de la población de Morata, nº 14 del Norte, con fachada al Mediodía, lindando por todos los lados con el bosque de que se trata, en 574 pesetas.
Y la quinta parte de todo el caudal de agua que en ella existe en 1.000 pesetas. Total, 20.420,50 pesetas.
En todo el conjunto, que no encontró comprador en esta primera subasta, se incluía, aparte de las olivas, los almendros y otros cultivos, la casa del guarda y el caudal de agua -valorado en 1.000 pesetas- que, recordemos, abastecía a la huerta y a las fuentes del palacio señorial.
Tras no encontrar comprador, en 1889 se anunció la que sería la subasta definitiva de los bienes de la Casa de Altamira en Morata. En esta subasta El Bosque formaba parte de un lote que incluía también unas tierras y unas alamedas en la vega:
(…) Cuarto lote.- Este cuarto lote se compone de las cinco fincas rústicas siguientes, todas ellas en término jurisdiccional de la misma villa de Morata de Tajuña:
Un cerro titulado El Bosque tasado en 20.800 pesetas
Una alameda titulada de Moraleda, tasada en 310 pesetas.
Una tierra titulada Las Cepas, de un área y cuarenta y tres centiáreas, tasada en 30 pesetas.
Otra tierra titulada también Las Cepas de tres áreas, setenta centiáreas, tasada en 60 pesetas (…). (Diario Oficial de Avisos de Madrid del 9 de junio de 1889).
La falta de postores obligó a un nuevo anuncio de subasta para el día 30 de noviembre de 1889 y con la misma tasación de los lotes subastados.
En esta subasta definitiva, convocada para saldar las deudas que la Casa de Altamira mantenía con el marqués de Torneros –que se hizo con el palacio como pago de los préstamos impagados-, fue en la que el Ayuntamiento de Morata adquirió la propiedad de El Bosque.
Al margen de esta subasta, también se vendió en estos años el que fuera molino aceitero del conde de Altamira que se encontraba situado en el límite sur de El Bosque, junto a la alcantarilla que se construyó para dar paso al ferrocarril. Este molino, al que ya nos hemos referido, servía para molturar la cosecha de aceitunas de los olivares que formaban parte de El Bosque. En una fecha que no hemos podido determinar fue adquirido por la familia Corpa, Josefa, Salvadora y Ángel, que a su vez se lo vendieron, el 14 de febrero de 1896 a Domingo Rodelgo. En la descripción de este molino se indicaba sus características:
(…) molino aceitero que tiene unidas una casilla y una tierra formando todo uno, situada en extramuros de esta villa, señalada en el número trece de orden de población, el molino y la casilla ocupan una superficie de novecientos setenta metros cuadrados y la tierra tiene de cabida tres celemines, equivalentes a siete áreas cuatro centiáreas y seis decímetros, linda por poniente del bosque, sur y oriente, camino del bosque y norte tierra de Cipriano Oliva, tiene derecho al agua del manantial de la villa (…).
Imagen aérea de El Bosque realizada en el año 1975 en la que se aprecia el campo de fútbol

El molino, ya propiedad de Domingo Rodelgo, sufrió serios daños a consecuencia de una tormenta que descargó en Morata entre la 6 y las 9 de la tarde del 3 de septiembre de 1906. En las crónicas de los periódicos de la época se detallan las consecuencias de las inundaciones provocadas por la tormenta:
(…) Las escasas noticias del desastre no reflejan ni mucho menos los enormes estragos causados por la tormenta. Lo primero que se ofrece a la vista, a la izquierda de la vía [del tren] es el molino de aceites de D. Domingo Rodelgo, cuyos muros se hallan completamente derruidos por la acción del agua. De la sólida cerca que circundaba el edificio no ha quedado piedra sobre piedra, y los residuos de las 250 arrobas de aceite que en él se almacenaban corren entre los escombros por la vertiente que forma el terreno, amen de vasijas y otros útiles del molino que las aguas arrastraron a algunos kilómetros de distancia (…). (A. Rivera Aguilar, El Imparcial, 6 de septiembre de 1906).
Con estas ventas de El Bosque y del molino aceitero finalizó la relación de la Casa de Altamira con Morata. Afortunadamente, una de sus propiedades más emblemáticas, El Bosque, pasó al patrimonio común de todos los morateños donde aún permanece y, actualmente, además del parque público alberga varias instalaciones lúdicas y deportivas.




Fuentes y bibliografía:
  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales de Morata de Tajuña. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y  H. 410.
  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio-Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.
  • Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada-Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.
  • Archivo Histórico Nacional-Sección Nobleza-BAENA, C.222, D-41-42.
  • Archivo Histórico Nacional-Sección Nobleza-BAENA, C-354, D-453-464.
  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.