miércoles, 13 de diciembre de 2017

Reseña histórica de la finca de Las Huertarias

A finales de los años sesenta del pasado siglo, en la finca conocida como Las Huertarias, situada en el extremo oriental del casco urbano, todavía se cultivaba cereal. Esta extensa parcela, delimitada por la carretera a Perales y la calle Picadero, tuvo distintos propietarios hasta que finalmente fue urbanizada. Su nombre hace referencia a una de las familias a la que perteneció, la familia Arias Dávila.

Al menos desde finales del siglo XV la familia Arias Dávila, originaria de la ciudad de Segovia, fue titular de distintas propiedades en Morata donde también consta que se asentaron algunos de su miembros, al menos, desde el siglo XVI. Directamente emparentados con el conde de Puñonrostro, el noble segoviano que levantó el castillo de Casasola en término de Chinchón, los Arias Dávila también se asentaron en los municipios de Ciempozuelos y Torrejón de Velasco y en Morata. Aquí, en Morata, un descendiente del primer conde de Puñonrostro, Diego Arias Dávila, añadió a su mayorazgo las tierras y fincas urbanas poseía en el término municipal entre las que se encontraba la que siempre se conoció como Las Huertarias.
La familia Arias Dávila, que gracias a su privilegiada situación económica actúo en algún momento histórico como prestamista del concejo de Morata –a finales del siglo XVI Santiago Arias realizó un préstamo a censo al concejo para que éste pudiera adquirir carne- también fue determinante en la llegada a Morata del I marqués de Leganés.
En efecto, cuando Diego Messía Felípez de Guzmán decidió construir en Morata su palacio poco después de adquirir por compra al concejo del señorío de la villa, fue la familia Arias Dávila la que vendió al I marqués de Leganés sus primeras posesiones en Morata. Fue en el año 1633, poco después de que el concejo enajenase el señorío, cuando Arias Gonzalo Dávila vendió a Diego Messía alrededor de 450 fanegas de sembradura y algunas de las casas sobre cuyo solar se levantaría el palacio señorial por un importe de 14.816.780 maravedíes.
Pese a la importancia de esta venta de los Arias Dávila, algunos miembros de la familia aún permanecieron en Morata en los años siguientes. Según el censo de población elaborado por los redactores del Catastro de Ensenada, a mediados del siglo XVIII aún residían en la villa algunos vecinos pertenecientes a la familia de origen segoviano. Concretamente, Esteban, Eugenio, Francisco, Joseph y Santiago Arias aparecían en el censo de población de 1751 con el apellido Arias con varias propiedades rústicas y urbanas en Morata entre las que ya no aparecían Las Huertarias.
Un documento fechado en 1762 localizado décadas después en el archivo general de la Casa de Altamira –la familia que heredó el marquesado de Leganés y sus bienes rústicos y urbanos en Morata- confirma que en ese año la finca de Las Huertarias pertenecía a Miguel Bello Martín, que ocupaba el oficio de escribano de número y del Ayuntamiento precisamente a propuesta del conde de Altamira quien, como poseedor del señorío de Morata, tenía el privilegio de nombrar este cargo.
Documento que refleja la venta de Las Huertarias por 1.100 reales

En la transcripción del documento depositado en archivo de los condes de Altamira se puede leer:
Leganés, año 1762
Morata
Venta que Miguel Bello Martín escribano del número y Ayuntamiento de Morata hizo y otorgó a favor del Señor Marqués de Leganés de una tierra cercada que llaman la Huerta de Arias, extramuros de Morata, que lleva en sembradura tres fanegas y media, poco más o menos, libre y por precio de 1.100 reales.
Hecha en Morata a 4 de marzo de 1762 ante el vendedor Miguel Bello Martín, escribano.
Nota. Esta tierra la tomó el vendedor a censo reservativo de las monjas de Chinchón por el principal de 1.100 reales y 33 reales de réditos anuales el cual redimió el dicho vendedor.
Tal como se indica en el documento, conservado actualmente en el Archivo Histórico Nacional (Sección Nobleza. BAENA, C.361, D.93-108), en ese año de 1.752 Las Huertarias pasaron al patrimonio del conde de Altamira, en esa fecha Ventura Osorio de Moscoso y Fernández de Córdoba, después de que el propio Miguel Bello redimiera el censo que gravaba la finca propiedad por entonces de las monjas agustinas de la villa de Chinchón.
Tras hacerse con Las Huertarias, situadas junto a la fachada oriental de su palacio –donde se localizaban las cocheras y el picadero, de ahí el nombre actual de la calle- el conde de Altamira unió esta finca de tres fanegas y media, según consta en el documento analizado, a otra parcela de su propiedad, la antigua Jabonería cuyo edificio por entonces ya se encontraba arruinado, según se puede leer en los legajos del Catastro de Ensenada en Morata. Ya en el siglo XVIII todas estas propiedades saldrían del patrimonio de los condes de Altamira cuando la familia se vio obligada a vender todas sus propiedades en Morata, y entre ellas la finca de Las Huertarias que, sin embargo, como ya se ha señalado, siguió explotándose como finca agrícola hasta bien entrado el siglo XX.
En el recuadro, vista aérea de Las Huertarias en 1946
Fuentes y bibliografía:
  • Archivo Histórico Nacional. Sección Nobleza. BAENA, C.361, D.93-108.
  • Archivo Histórico de Protocolos de Madrid T.6179, f. 241r-302r.
  • Arroyo Martín, Francisco. Poder y nobleza en la primera mitad del siglo XVII: el I marqués de Leganés. Universidad Carlos III-Departamento de Humanidades: Historia, Geografía y Arte. Getafe, 2012.
  • Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. T.6179, f. 241r-302r.
  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y H. 410.


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